El posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha reavivado el debate sobre si Estados Unidos podrá evitar otra Guerra Fría con China y Rusia. Mientras que algunos expertos descartan esta comparación, BCA Research considera que la analogía todavía tiene valor, aunque sea imperfecta.
“La analogía de ‘Guerra Fría’ para la rivalidad entre EE.UU. y China no es perfecta, pero no debe descartarse de plano,” explicó Matt Gertken, estratega geopolítico principal de BCA. El análisis fue coescrito con el historiador Jeremy Black.
Aunque el panorama global actual es muy distinto al periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, existen claros paralelismos: incrementos militares acelerados, distanciamiento económico y rivalidad ideológica.
Una diferencia importante son los profundos lazos económicos entre China y EE.UU., a diferencia de la relación económica relativamente aislada durante la Guerra Fría original. Sin embargo, Gertken señala que “las interrelaciones entre EE.UU. y China (y Europa y Rusia) están disminuyendo a medida que aumentan las tensiones estratégicas.”
Esta creciente división se alimenta de cambios en las políticas económicas y giros ideológicos. “El regreso de China a una economía estatista ha sido la característica crítica del gobierno de Xi Jinping desde 2012 y el principal detonante de las tensiones entre EE.UU. y China.”
El informe también destaca la utilidad política del marco de la Guerra Fría para todas las partes involucradas. En China y Rusia, refuerza la legitimidad del régimen en medio de la desaceleración económica.
En EE.UU., fortalece el consenso bipartidista sobre la política industrial, los presupuestos de defensa y la reconfiguración de las cadenas de suministro. “Ambos partidos políticos estadounidenses pueden seguir regresando a este valle,” dice Gertken, añadiendo que este enfoque también podría apoyar los esfuerzos de integración europea.
Sin embargo, la analogía de la Guerra Fría tiene menos peso en Europa Occidental y Norteamérica en comparación con países como Ucrania, Polonia o los estados bálticos. Su influencia es aún menor en gran parte del antiguo “Mundo No Alineado,” donde EE.UU. a menudo era percibido como “el aliado de las fuerzas coloniales o heredero del manto imperialista,” según Gertken.
“La insensibilidad del Occidente liberal hacia las resonancias globales de la Guerra Fría es a menudo sorprendente,” agregó.
El estudio enfatiza que la disuasión nuclear sigue siendo central en las relaciones actuales entre superpotencias, evitando un conflicto directo mientras mantienen una competencia feroz.
“Es evidente que EE.UU. y Rusia, y EE.UU. y China, están haciendo preparativos militares, tecnológicos e industriales suficientes… para justificar la noción de que están ‘en guerra’ en un sentido metafórico pero no literal,” señala el informe.
Black y Gertken concluyen que esta analogía de la Guerra Fría significa más que simple retórica. “El periodo ‘intra-glacial’ entre las eras de confrontación ha llegado a su fin,” escriben.
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